Doble homenaje.

Hoy se rinde homenaje al Teatro, en el día mundial de este arte sin igual. Este día es festejado en cada rincón del mundo desde el año 1962.

En este señalado día, dejo el mensaje de Jean Luis Barrault, uno de los más bellos que se recuerdan :
"El poder esencial del teatro es dejar de lado todo lo que separa a los hombres : diferencias de raza, de educación religiosa o política, diferencias de lenguaje; en cambio, pone de relieve todo lo que los hombres tienen en común : la risa y las lágrimas, la alegría y la tristeza, la felicidad y la angustia, en una palabra : lo que es dominio del corazón. El teatro hace aparecer el corazón común de todos los hombres, en esto es el más eficaz vehículo de paz".

Mi colega Jesús, maestro y colaborador en este blog, escribió este artículo como homenaje a una alumna que se marchó porque no pudo superar su enfermedad:
Decir bobadas puede parecer un insulto, un atributo  despectivo. Yo lo reivindico con orgullo: Sí, digo bobadas; una tras otra, enlazadas, sin parar.
Desde que comencé la visita a Fátima, no he parado de decirlas. Fátima está en su cama, decaída, sin ganas; apenas abre los ojos, ni saludar puede la pobre. Poco apoco se anima, dialoga, recuerda pequeñas anécdotas... Vemos juntos el libro-juego que le llevo. Elegí uno sobre el desierto pues es marroquí y le es familiar. Su hermanita Wyam va tomando confianza. Me habla (antes nunca lo hacía)  y quiere jugar. La incorporo al grupo: animará a Fátima. También su primo Rachid, que está más callado y no puede evitar mostrar una seria tristeza. El corazón de papel que tenía previsto construir se queda en los primeros plegados: olvidé cómo prosigue... Esto me apura un poco, era la actividad que sostendría la charla... Pero no pasa nada, Fátima todo lo perdona.
Ella misma describe lo que hago: que hablo mucho -me dice-; que me equivoco de nombres, que digo bobadas... Por un momento finjo que me indigno, luego intento explicarle con dulzura que digo bobadas, pero no soy tonto... que lo hago porque es divertido y le distrae... La explicación sobraba.
Antes de visitarle pienso siempre en qué diré, en qué haré cuando esté ante ella, en cómo pasaré esos minutos preciosos y difíciles que le quedan sin desperdiciarlos. No puedo resignarme con ella, tengo que llevarle un soplo de normalidad, un aire de broma, reírnos un poco en la vida que nos queda...
Me ronda por la cabeza una vieja canción: Cuéntame una tontería, cuando suene la agonía...
  
Unos días después... Fátima se fue, cerró sus ojitos.
Y se bajó el telón.

Comentarios

  1. Hola Entrenador, esta entrada me llenó de emoción, la risa como terapia y la necesidad de utilizar el teatro como medio de evasión ante el dolor. Un punto de vista muy bueno.Saludos amigo.

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  2. Hola Teresa. Viendo los tiempos que corren es difícil emocionarse ni preocuparse por los demás pero de vez en cuando surgen historias que te llegan al corazón.
    ¡Buen fin de semana!

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